Yo solo sé que no sé nada…

12 02 2010

Por: Aspective

No entiendo la vida que me ha tocado vivir.  Ha cambiado mucho y demasiado deprisa y bastante tengo con intentar seguirla, sin dejar que me tire del caballo desbocado, como para, además, intentar comprenderla. 

De los valores, costumbres y hábitos que recibí desde niño, en el marco de una sociedad tan diferente de la actual que es difícil imaginarlo, no queda prácticamente ninguno. 

No me entendáis, mal. No es ni mejor ni peor. Tiene sus ventajas, inconvenientes y una gran, inmensa, zona gris. Como todas. Pero el proceso ha sido tan vertiginoso que suficiente tengo con intentar seguirlo, no quedarme atrás como para pararme a enjuiciar o meditar.  

Y ese es el problema. Si me parase, si pudiera hacer un alto, una pausa para enjuiciar este entorno en el que vivo, estos nuevos valores aceptados, o al menos, seguidos por todos, si fuera capaz de meditar para obtener mi propio juicio sobre hábitos, normas y costumbres, creo que no me gustaría el resultado. 

No soy un retrógrado, ni muchos menos. No soy un nostálgico en absoluto. Pero igual que todos lo regímenes políticos, incluso los más tiránicos y autoritarios, necesitan un ideólogo, una filosofía y unos valores que lo sustenten, así creo que nuestra forma de vida debería estar inscrita, basada, en unos usos criterios más claros, compartidos con todos y aceptados sin dudas ni vacilaciones. Siempre sometidos a juicios y revisiones, pero, al menos, existentes. 

Al no haberlos, el resultado en un desconcierto total, un todo vale que crea un ambiente de insatisfacción y un caldo para que los ventajistas y amorales medren sin freno a costa de todos.  

A la vez, los pocos personajes que sí han logrado meditar, o que han sentido esa inquietud, espantados ante lo que, a su juicio, es el caos, encuentran como única solución el retorno a valores obsoletos, inaplicables la mayor parte de las veces, y que necesitan llevar al extremo para sentirse seguros en ellos, como un firme punto de apoyo o anclaje al cual aferrarse para no dejarse llevar por lo que ven como la vorágine incontrolada. Y los extremismos tampoco son buenos. 

Por tanto, y remitiéndome al título, puedo repetir pesaroso la frase de Sócrates y pensar a veces, si cualquier tiempo pasado no sería mejor. Pero no, creo que no lo fue.

Próximo turno: XINAX